En un hecho que sacudió los cimientos de la diplomacia y la inteligencia estadounidenses, el ex embajador estadounidense Manuel Rocha admitió que sirvió en secreto como agente de inteligencia para Cuba durante décadas. El escándalo, que surgió tras años de especulaciones y rumores dentro de los círculos de inteligencia, pone de relieve la compleja dinámica del espionaje que continuó incluso después de la Guerra Fría.