En una historia que parece sacada de una novela romántica, y no de la triste y dura realidad que se vive en Cuba, una isla donde hasta el pescado, el agua y la sal escasean, Anna, una italiana de 56 años originaria de la provincia Se asoció con una mujer de Varese y residente en Milán por motivos laborales, su extraordinaria historia de amor y de vida que la llevó a cruzar el Océano Atlántico y establecerse en Cuba con su marido cubano, Rafael.